De cómo un nadador que alcanzó oro entrenó en un pozo del río Guanare

 

De la piscina del río Guanare rumbo a competir en los Juegos Centroamericanos de Natación.

 

En más de treinta años de trayectoria profesional como entrenador deportivo, Alfredo Segundo Torrealba, fundador de AST Sports, ha acumulado una gran cantidad de anécdotas reveladoras del desarrollo y la evolución del deporte, particularmente en Venezuela, país en el que nació y donde desarrolló su actividad deportiva y empresarial.

Una de tantas significativas historias es la que cuenta cómo se convirtió en nadador el primer medallista internacional de ese deporte nacido en el estado venezolano de Portuguesa, situado en la región centroccidental del país.

Corrían los años ochenta y Alfredo Segundo Torrealba había sido asignado como entrenador deportivo en el Liceo “José Vicente Unda”, situado en Guanare, capital del estado. Su deseo de impartir la disciplina deportiva a la mayor cantidad de muchachos de la región, le había llevado a utilizar la piscina de un conocido hotel de la zona como centro de entrenamiento de natación. Jóvenes del lugar acudían a aquellas improvisadas clases para aprender a nadar.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que los dueños de la instalación exigieron poner fin a la actividad. Fue entonces cuando Alfredo Segundo Torrealba trazó un plan maestro, el cual, sin embargo, tenía sus riesgos.

Con la ayuda del entonces gobernador del estado Portuguesa, Juan Pedro del Moral, el entrenador Torrealba mandó a construir dos inmensos muros en el medio de un riachuelo, cuyas aguas provenían del río Guanare. La distancia entre cada muro se calculó en 25 metros, para cumplir las medidas oficiales de una piscina olímpica. Además, con la ayuda de mecates y tacos de madera se hicieron las carrileras.

Esta piscina olímpica, bastante artesanal, tenía una cualidad extraordinaria -de la cual carecían los más importantes centros de natación de las grandes ciudades- que hacía del entrenamiento una actividad aún más retadora. Cuando las aguas del río bajaban, aquel pozo natural se convertía en un estanque de aguas tranquilas, favorables para los principiantes; pero cuando las aguas subían la piscina ofrecía resistencia y los nadadores debían entrenar a contra corriente.

Sin duda, la resistencia física que proporcionó aquel rudimentario pozo, aunado al eficaz entrenamiento de Alfredo Segundo Torrealba, fueron las claves para que uno de los jóvenes que allí aprendió a nadar se convirtiera en un medallista internacional.

Francisco Viña, salió de la piscina del río Guanare rumbo a competir en los Juegos Centroamericanos de Natación que se celebraban en México. El joven trajo una presea de oro y se convirtió así en el primer nadador del estado Portuguesa en ganar una medalla internacional para Venezuela.

 

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